o ¡te llamamos gratis!
Cuando hablamos de grados de seguridad, nos referimos al nivel de protección que ofrece un sistema o producto frente a intentos de robo, intrusión o acceso no autorizado. Es una forma de medir, de manera objetiva, cuánto resiste una puerta, una caja fuerte, una alarma o incluso un servicio de vigilancia ante un ataque real.
Estos grados están regulados por normas oficiales, tanto a nivel nacional como europeo, y sirven para asegurarnos de que ese sistema ha pasado pruebas exigentes antes de salir al mercado.
La idea es bastante simple: no todo el mundo necesita el mismo nivel de seguridad. No es lo mismo proteger una vivienda que una tienda de lujo o una empresa con datos sensibles. Por eso existen distintos grados de seguridad, para que cada persona o negocio pueda elegir el nivel de protección que realmente necesita.
Así, por ejemplo:
Los grados de seguridad no se asignan al azar. Cada producto o sistema pasa por una serie de pruebas en laboratorios especializados, donde se simulan ataques reales: desde palancas y herramientas eléctricas hasta intentos de forzar cerraduras o romper estructuras.
Según el tipo de producto, se aplican normativas distintas. Las más habituales son:
Los grados de seguridad están para algo muy sencillo: ayudarte a saber cuánta protección necesitas en función de lo que quieres proteger. No es lo mismo asegurar una casa en un barrio tranquilo que una joyería en pleno centro. Por eso existen distintos niveles, para que cada persona o empresa pueda elegir el sistema que mejor encaje con su situación.
Tener claro el grado de seguridad adecuado no solo evita sustos, también te permite ahorrar dinero, cumplir con normativas y sentirte más tranquilo.
Aunque al principio solemos pensar solo en cajas fuertes o puertas acorazadas, los grados de seguridad se aplican en muchos más sitios:
Cuando no eres experto en seguridad, los grados te sirven como una guía clara. Te orientan sobre qué nivel necesitas sin tener que adivinar o dejarte llevar solo por el precio.
Por ejemplo:
Antes de elegir cualquier sistema, lo más lógico es tener en cuenta tres cosas:
Cuanto más expuesta esté una vivienda o negocio, o más valor tengan los objetos que hay dentro, más importante es apostar por un grado de seguridad alto y certificado.
No todos los grados de seguridad son iguales ni se aplican de la misma forma. Depende mucho de qué estés protegiendo: no es lo mismo una caja fuerte que una alarma o un vigilante de seguridad. Cada tipo de sistema sigue su propia normativa, y por eso es importante conocer cómo se clasifican según el ámbito.
En este caso, los grados de seguridad indican cuánto resisten los elementos frente a un intento de robo. Es decir, cuánto tardarían en forzarlos con herramientas reales.
Aquí los grados de seguridad se refieren a la capacidad del sistema para detectar intrusos y evitar sabotajes. También marcan el nivel de protección que ofrecen en entornos más o menos expuestos.
Esta clasificación la marca la norma UNE-EN 50131. Es importante instalar un sistema con el grado correcto si quieres que la alarma sea válida a nivel legal o para el seguro.
En este ámbito no se usan grados numéricos como tal, pero también hay niveles de intervención y procedimientos regulados por ley. Aquí hablamos de servicios como vigilantes, rondas nocturnas o control de accesos en empresas y eventos.
Todo esto está recogido en la Ley de Seguridad Privada y su reglamento, que definen qué tipo de protección es necesaria según el entorno.
Depende mucho del sitio y de lo que quieras proteger. En general:
Cuando queremos proteger dinero, documentos importantes o cualquier objeto de valor, tanto las cajas fuertes como las puertas blindadas tienen que ofrecer una resistencia real. Para saber si realmente lo hacen, existen los grados de seguridad, que indican cuánto aguantarían ante un intento de robo con herramientas reales.
Estos grados están definidos por normativas oficiales y, si eliges bien, no solo estarás más protegido, sino que también te evitarás problemas con aseguradoras o posibles inspecciones.
Las cajas fuertes se rigen por la norma UNE-EN 1143-1, que establece distintos niveles en función de su resistencia frente a ataques físicos: desde herramientas manuales hasta radiales o sopletes.
La mayoría de aseguradoras asocian una cantidad máxima de cobertura al grado de seguridad de la caja. Es decir, si no está homologada o no tiene el grado exigido, puede que el seguro no cubra.
Las puertas también se clasifican según su resistencia frente a ataques. La norma que regula esto es la UNE-EN 1627, que establece niveles del RC1 al RC6.
Eso sí, de nada sirve tener una puerta con grado RC4 si no está correctamente instalada o no cuenta con su certificado oficial. La instalación profesional es parte esencial de la seguridad.
A la hora de decidir, lo más sensato es tener en cuenta tres cosas:
Para la mayoría de viviendas, una caja fuerte de grado I o II y una puerta RC3 o RC4 es más que suficiente. En negocios o viviendas de alto nivel, conviene subir un grado y complementar con sistemas electrónicos como alarmas o videovigilancia.
Elegir bien entre los distintos grados de seguridad no es cuestión de capricho ni de gastar por gastar. Se trata de saber qué necesitas realmente para proteger lo que te importa, sin quedarte corto… ni pasarte de largo.
Para que el sistema funcione y te sirva de verdad, es clave encontrar el equilibrio entre el riesgo, el tipo de inmueble, el valor de lo que estás protegiendo y, claro, lo que marca tu seguro o la ley.
Aquí van los aspectos que conviene valorar antes de elegir un grado de seguridad:
No es lo mismo vivir en una urbanización tranquila que en una calle comercial muy transitada. Si la zona tiene antecedentes de robos o accesos fáciles, lo lógico es apostar por un grado de seguridad más alto.
Un piso dentro de un edificio es menos vulnerable que una casa aislada, por ejemplo. En negocios a pie de calle o con almacenes visibles desde fuera, también se recomienda subir el nivel.
Cuanto más valor tenga lo que guardas (dinero, joyas, equipos, documentos confidenciales), más importante es que el sistema tenga el grado de seguridad adecuado. Y no solo por protección, también porque muchas aseguradoras lo exigen.
Hay sectores (joyerías, farmacias, estancos, etc.) que están obligados a tener un grado mínimo. Lo mismo ocurre con algunas pólizas, que no cubren el robo si el sistema no está certificado con el grado que corresponde.
Aquí te dejo una idea orientativa, aunque siempre es recomendable hablar con un profesional que te asesore según tu caso:
A la hora de elegir, hay errores que se repiten mucho:
Cuando compras una caja fuerte, una puerta acorazada o un sistema de alarma, no basta con que el fabricante diga que es resistente. Para que realmente tenga uno de los grados de seguridad reconocidos, ese producto tiene que haber sido ensayado y certificado por un laboratorio oficial. Solo así puedes estar seguro de que lo que estás instalando cumple con lo que promete.
Y esto es especialmente importante si lo necesitas para cumplir con una normativa o si tu seguro exige ciertas condiciones.
En España y en Europa hay varias entidades que se dedican a comprobar si un producto realmente cumple con el grado de seguridad que dice tener. Las más conocidas son:
Estos centros hacen ensayos reales: prueban cuánto resiste una puerta, una caja o una alarma ante ataques físicos, intentos de sabotaje o manipulaciones.
Cada tipo de producto tiene su propia normativa. Las más habituales son:
Estas normas marcan los requisitos que debe cumplir un producto para que se le pueda asignar un grado de seguridad oficial.
Muy fácil. Todo producto certificado debe llevar una placa o etiqueta visible, normalmente en el interior. En ella debe figurar:
Además, puedes pedir al instalador o al proveedor el certificado oficial. Si no te lo dan o ponen excusas, es mejor no fiarse. Y si tienes dudas, puedes consultar directamente en las bases de datos del organismo certificador.
Porque si no lo está:
En Bambai lo tenemos claro: proteger tu casa o tu negocio no tiene por qué ser complicado, ni caro, ni obligarte a firmar contratos interminables. Por eso hemos creado un sistema de seguridad con grados de seguridad reales, sin permanencia y con todo lo que necesitas, sin historias.
Nuestras alarmas no son un simple “kit”. Están pensadas para ofrecer una protección eficaz, con componentes probados y adaptados a distintos niveles de riesgo. Dependiendo del tipo de vivienda o local, puedes elegir entre diferentes opciones, todas con:
Y si pasa algo, te ayudamos directamente a contactar con la Policía. Estamos contigo los 365 días del año, las 24 horas. Sin centralitas automáticas ni tiempos de espera absurdos.
Aquí no te atamos. Bambai = alarmas sin permanencia. Si necesitas una alarma durante unas semanas, unos meses o para una situación concreta, puedes darte de baja cuando quieras. Y si prefieres algo más estable, tienes la opción de suscribirte con un compromiso mínimo de solo 9 meses y beneficiarte de un precio más bajo.
Te lo ponemos fácil con tres planes claros, sin letra pequeña:
Todos incluyen alarma, asistencia 24/7, mantenimiento gratuito y autoinstalación sencilla. En menos de 10 minutos la tienes lista.
Muy simple: porque ponemos tu seguridad por delante, y no tus datos bancarios en una cláusula de permanencia.
Y todo, desde 19,99 € al mes, con el respaldo de un equipo que está cuando lo necesitas.
En Bambai lo decimos claro: estar protegido no debería ser complicado ni costarte un dineral. Tampoco necesitas firmar contratos eternos para tener un sistema de seguridad que funcione. Lo que de verdad importa es saber qué nivel de protección necesitas y contar con alguien que te lo ofrezca sin rodeos.
A lo largo de todo este artículo lo hemos visto: los grados de seguridad sirven para saber si un sistema aguanta de verdad. No es lo mismo una alarma cualquiera que una con su certificado y su resistencia probada. Elegir un producto con el grado adecuado es lo que te asegura que, si alguien intenta entrar, el sistema va a responder como toca.
En Bambai trabajamos con soluciones reales y con personas que saben lo que hacen. Te asesoramos según tu casa, tu negocio y el nivel de riesgo, sin intentar colarte nada que no necesites.
No pagas por el equipo, no hay instalación complicada y, si quieres, puedes contratar solo unos meses. Desde el minuto uno, tú decides:
Y si pasa algo, nos tienes 24/7 para ayudarte, incluso para guiarte en el aviso a la Policía. Todo desde 19,99 € al mes, sin letra pequeña ni sustos.